La airosa torre que linda con la puerta principal ocupa el lugar de otra anterior del siglo XVI. Son Martín de Beratúa y Martín de Arbe quienes dan traza y comienzo de obra en 1756, dejándola concluida en 1760. Pertenece al estilo "Riojano" y es parecida a las de Santo Domingo de la Calzada y de Logroño.
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Es de destacar, en la torre, el espacio intermedio entre el fuste y el campanario para que cumpla funciones de conjugatorio, con el ventanal del lado Sur, abierto hacia la plaza.
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La portada principal se abre sobre el cuarto tramo del lado de la Epístola y configura una de las obras más encantadoras del plateresco riojano. Está resuelta a la manera de retablo, con ingreso en arco de medio punto.
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En la iconografía de la portada abundan las influencias burgalesas derivadas del circulo de Juan de Vallejo, y que tienen por objeto enfatizar la figura simbólica de María, cuya titularidad ostenta el templo.
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En la fachada principal de la iglesia se marca claramente el espacio ocupado por la Capilla del Sagrario, que se configura mediante un arco de casetones que aprovecha al máximo el espacio existente entre los estribos.
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